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¿Cuál es la diferencia entre manifestar desde el ego y manifestar desde el alma?

  • Foto del escritor: Alan Beckdorf
    Alan Beckdorf
  • 2 may
  • 3 Min. de lectura

La manifestación es una capacidad innata del ser humano. Es un acto constante: siempre estamos creando nuestra realidad, ya sea de forma consciente o inconsciente. Pero lo que muchos no se detienen a observar es desde dónde nace ese acto de creación. ¿Cuál es el origen real del deseo? ¿Viene del ego o del alma? Esta distinción no solo cambia la energía de lo que pides, sino también la calidad de lo que recibes, e incluso cómo te transforma en el proceso.

Manifestar desde el ego es desear desde la carencia. El ego busca compensar una herida, llenar un vacío, probar algo al mundo o mantener una identidad. Sus deseos suelen estar cargados de urgencia, comparación, competencia o necesidad de validación. "Necesito este auto para que me respeten", "quiero esa relación para no sentirme solo", "quiero dinero para demostrar que valgo". Son deseos que nacen del miedo a no ser suficiente, a no pertenecer, a no ser visto.

El problema de manifestar desde el ego no es solo que muchas veces no funciona. Es que, incluso cuando consigues lo que querías, no te llena. Porque no viene desde tu verdad más profunda, sino desde una capa superficial construida sobre heridas emocionales o condicionamientos sociales. El ego puede lograr metas, sí. Pero rara vez consigue paz.

Por otro lado, manifestar desde el alma es un acto de expansión. El alma no desea desde la carencia, sino desde la plenitud. Cuando tu alma desea algo, no es para probar quién eres, sino para expresar quién eres. No es para obtener algo externo, sino para alinearte con algo interno. Es un deseo que vibra en paz, certeza, servicio, amor. No viene del "tengo que tener", sino del "estoy listo para vivir esto porque es parte de mi evolución".

Los deseos del alma te hacen sentir más tú. Te traen gozo antes de que se manifiesten. Te hacen crecer, te conectan, te alinean. No se sienten forzados, ni obsesivos. Se sienten inevitables. Como si no pudieras no desearlos. Porque forman parte de tu propósito, de tu camino, de tu autenticidad más pura.

¿Cómo distinguir desde dónde estás manifestando? Pregúntate: ¿Este deseo me expande o me contrae? ¿Me da paz o ansiedad? ¿Estoy buscando llenar algo o expresar algo? ¿Me imagino siendo quien soy o alguien que necesita demostrar su valor? La honestidad con estas respuestas es la brújula que te puede devolver al alma.

Y no se trata de rechazar al ego. El ego no es el enemigo. Es solo un mecanismo de protección, una voz que teme perder el control. Pero cuando dejas que el alma guíe y el ego acompañe, la manifestación se vuelve coherente, poderosa y transformadora. Porque entonces no estás pidiendo desde la necesidad, sino desde la verdad.

Además, cuando manifiestas desde el alma, no solo atraes lo que deseas, sino lo que te eleva. Las sincronicidades aumentan, la intuición se agudiza, y todo parece moverse con una fluidez natural. No porque el camino sea siempre fácil, sino porque tiene sentido. Porque lo que estás creando está alineado con lo que viniste a experimentar.

En resumen, manifestar desde el ego es pedir para llenar. Manifestar desde el alma es pedir para expandir. Y cuando eliges alinearte con tu alma, no solo cambias lo que manifiestas. Cambias quién eres en el proceso. Y ese, tal vez, es el verdadero propósito de toda manifestación.


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