¿Cómo cambiar tu percepción de lo que mereces para permitir que la Ley de Atracción funcione en tu favor?
- Alan Beckdorf
- 2 may
- 4 Min. de lectura
La Ley de Atracción no responde a lo que deseas. Responde a lo que crees que mereces. Esta es una verdad incómoda, pero profundamente liberadora si te atreves a mirarla de frente. Puedes tener una visión clara, afirmaciones poderosas, visualizaciones intensas... pero si en el fondo, en ese lugar invisible donde habita tu autoconcepto, no sientes que mereces eso que estás pidiendo, será como intentar llenar una copa rota: nada se sostiene.
Tu realidad externa es un espejo de tu merecimiento interno. No lo que dices que mereces, sino lo que sientes que vales cuando nadie te está mirando. Cuando estás en silencio. Cuando tu diálogo interno habla más fuerte que cualquier frase positiva. Por eso, si quieres que la Ley de Atracción funcione realmente a tu favor, el primer paso no es pedir más. Es recordar quién eres. Y desde ahí, transformar por completo la forma en que percibes tu valor personal.
El merecimiento no es un premio que te ganas cuando haces todo bien. No es algo que acumulas al final del día por haber sido “una buena persona”. El merecimiento es tu punto de partida. Naciste con él. No tienes que ganártelo, tienes que recordarlo. Pero el problema es que muchos fuimos condicionados desde niños a creer lo contrario. Que había que esforzarse, sacrificarse, “ser suficiente”, “hacer méritos”. Entonces, crecimos con la idea de que el amor, el éxito, la abundancia o la felicidad eran recompensas. Y no derechos naturales de un ser conectado con su esencia.
Y aquí es donde comienza la distorsión. Porque si crees, aunque sea de forma inconsciente, que no mereces algo —ya sea una relación consciente, una vida plena o una economía en expansión— tu energía lo va a rechazar. Puede que lo atraigas, incluso que lo recibas por un momento. Pero si no está alineado con tu autoimagen, lo vas a perder. Porque el subconsciente siempre va a tratar de regresar al punto que considera “normal”. Por eso, cambiar tu percepción de lo que mereces es mucho más que un cambio mental: es una transformación energética, identitaria y espiritual.
¿Cómo se hace? Empieza por observar tu diálogo interno. ¿Qué te dices cuando piensas en tener éxito? ¿Qué sientes cuando te imaginas siendo profundamente amado, o recibiendo mucho dinero con facilidad? ¿Aparece culpa? ¿Incomodidad? ¿Vergüenza? ¿Dudas? Eso es una señal de que hay una creencia limitante relacionada con tu merecimiento. No lo juzgues. No lo ocultes. Obsérvalo con honestidad. Ahí es donde comienza la liberación.
Luego, pregúntate: ¿de dónde viene esta creencia? Tal vez escuchaste de niño que “el dinero corrompe”, que “no se puede tener todo en la vida”, o que “las cosas buenas solo les pasan a otros”. Tal vez viste a tus padres sacrificarse tanto que asociaste el valor con el sufrimiento. Todo eso se instala como verdad en tu sistema. Y tu realidad actual está respondiendo a esas verdades no cuestionadas.
Para cambiar tu percepción de lo que mereces, tienes que reescribir esas historias. Literalmente. Escribe una nueva narrativa. Una en la que no tengas que demostrar nada para ser valioso. Una en la que el universo es abundante, amoroso y justo contigo. Una donde no hay culpa por recibir. Porque cuando dejas de ver el recibir como un acto egoísta y comienzas a verlo como un acto de expansión y alineación, tu vibración cambia. Y con ella, lo que atraes.
No se trata de repetir frases vacías como “me lo merezco” sin sentirlas. Se trata de encarnar ese merecimiento. De vivirlo en tus decisiones. En tu postura. En la forma en que hablas. En los límites que pones. En lo que estás dispuesto a aceptar y lo que ya no toleras. Porque merecer no es solo decirlo, es demostrarlo con cada acción.
Merecer también es permitir. Permitirte descansar. Permitirte celebrar sin culpa. Permitirte recibir sin sentir que tienes que devolver algo. Permitirte decir “sí” cuando algo te expande. Y también decir “no” cuando algo te encoge. Cuanto más te permites recibir lo que nutre tu alma, más le estás diciendo al universo: Estoy listo. Estoy disponible. Soy un canal abierto para lo que es mío por derecho de conciencia.
La Ley de Atracción empieza a moverse con más precisión cuando tu vibración está en coherencia con lo que estás pidiendo. Y la coherencia se alcanza cuando lo que piensas, lo que sientes y lo que crees sobre ti están alineados. Cuando ya no hay conflicto entre lo que deseas y lo que crees merecer.
Así que, más allá de lo que estés manifestando ahora, detente un momento y hazte esta pregunta: ¿estoy realmente abierto a recibir todo lo que estoy pidiendo? ¿Estoy dispuesto a dejar de sabotearme, a dejar de conformarme, a dejar de esconderme? ¿Estoy listo para recibir con amor, con alegría y sin culpa?
Cuando la respuesta sea sí —no un sí mental, sino un sí vibracional—, notarás que todo empieza a cambiar. No porque el universo haya cambiado, sino porque tú has recordado quién eres. Y cuando recuerdas eso, lo que mereces llega sin esfuerzo. Porque ya no tienes que correr detrás de lo que es tuyo. Solo tienes que dejar de bloquearlo.
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