¿Cómo influye la energía de las personas con las que te rodeas en tu propio bienestar?
- Alan Beckdorf
- 2 may
- 2 Min. de lectura
Tu campo energético no es una burbuja aislada. Es poroso, dinámico y profundamente sensible a los entornos que habitas y, sobre todo, a las personas con las que compartes tu energía. Cada ser humano emite una vibración, una frecuencia que se comunica, aunque no diga una sola palabra. Y cuando entras en contacto con alguien, se produce una especie de intercambio invisible: sus emociones, pensamientos y estados energéticos impactan en ti, y los tuyos en ellos.
Rodearte de personas con una energía elevada —genuina, amorosa, consciente— puede potenciar tu bienestar, inspirarte, elevarte y ayudarte a recordar tu mejor versión. Son aquellas personas con las que sientes paz solo al estar cerca, que te motivan a crecer sin imponerte, que sostienen sin absorber, que iluminan sin opacar. Estas relaciones son medicina energética.
Pero también existen vínculos que te drenan, que te alteran, que te desconectan de ti mismo. No necesariamente porque esas personas sean "malas", sino porque su vibración no es coherente con la tuya, o porque aún vibran desde el miedo, el juicio, el control o la carencia. Cuando pasas demasiado tiempo en ese tipo de campos, tu sistema empieza a desalinearse. Te sientes más cansado, más confundido, menos tú.
Esto no significa que debas vivir aislado o solo rodearte de quienes piensan como tú. Significa que desarrolles una conciencia energética. Que aprendas a leer cómo te sientes antes, durante y después de estar con ciertas personas. Si cada encuentro te deja drenado, tenso o apagado, es una señal clara. Si sales inspirado, en paz o fortalecido, también lo es.
Tu energía es tu responsabilidad. Y parte de esa responsabilidad es elegir con sabiduría a quién permites entrar a tu campo más íntimo. No desde el juicio, sino desde el amor propio. Estás en tu derecho de crear límites, de priorizar vínculos nutritivos, de alejarte sin culpa de relaciones que te consumen.
También puedes aprender a proteger tu energía. Antes de entrar a un espacio o encontrarte con alguien, respira profundamente y decreta: "Mi energía está protegida, soy un canal de luz y paz". Visualiza una burbuja dorada a tu alrededor o toca tu corazón como un ancla interna. Estas prácticas simples crean un escudo vibracional que evita que absorbas lo que no te pertenece.
Y recuerda: tú también eres fuente de energía para otros. Pregúntate: "¿Qué sienten los demás después de compartir conmigo? ¿Estoy elevando o drenando?". La energía se contagia, pero también se elige. Sé la presencia que suma, no la que resta.
En resumen, la energía de las personas que te rodean influye poderosamente en tu bienestar. Cuídala como cuidas tu cuerpo, tu mente o tu espacio. Rodéate de almas que te enciendan, te eleven y te recuerden tu verdad. Y sé tú también ese faro para los demás.
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