¿Cómo saber si estás vibrando en un estado de abundancia o escasez?
- Alan Beckdorf
- 3 may
- 3 Min. de lectura
No se trata de cuánto dinero tienes en tu cuenta, ni de si estás viviendo tu sueño aún o no. La verdadera abundancia —y también la escasez— no comienzan afuera. Comienzan adentro. Son estados de conciencia. Frecuencias. Formas de percibir y habitar la realidad. Puedes estar rodeado de comodidades materiales y seguir vibrando en escasez. O puedes estar comenzando desde cero y ya estar vibrando en abundancia. Porque el estado vibracional no lo define lo que tienes, sino cómo lo sostienes internamente.
Entonces, ¿cómo saber si estás vibrando en abundancia o escasez?
La respuesta está en cómo te sientes con lo que tienes, en cómo piensas sobre lo que te falta y en cómo reaccionas ante lo que deseas. La escasez tiene una firma energética específica: ansiedad, urgencia, comparación, miedo a perder, necesidad de control. Se expresa en pensamientos como: “no es suficiente”, “¿y si no lo logro?”, “cuando lo tenga, entonces podré sentirme bien”. La escasez te hace vivir hacia adelante, postergando la plenitud para un momento que nunca llega. Te desconecta del presente. Y en ese estado, nada de lo que consigas será suficiente, porque estás vibrando en carencia, aunque logres aparentes éxitos.
La abundancia, en cambio, no es una meta. Es una forma de habitar lo que ya es. Es una sensación de estar completo en este momento. No porque no desees más, sino porque reconoces que lo esencial ya está en ti. Vibrar en abundancia es caminar con confianza, aunque no veas aún el camino completo. Es agradecer antes de recibir. Es celebrar sin motivo. Es mirar lo que tienes con ojos nuevos. Es dar sin miedo a perder. Y sobre todo, es elegir confiar.
Tu vibración no se ve, pero se siente. Se siente en tu diálogo interno. ¿Te hablas desde la exigencia o desde la compasión? ¿Desde la duda o desde la certeza? ¿Desde la falta o desde la posibilidad? Se siente en cómo reaccionas ante los logros de otros. ¿Te inspiran o te hieren? ¿Celebras lo ajeno como si fuera propio, o te comparas sintiendo que tú estás atrasado? La abundancia se expresa en la celebración ajena como una señal de lo posible. La escasez lo vive como una amenaza.
También se revela en tu capacidad de recibir. ¿Te incomoda aceptar regalos, cumplidos, apoyo? ¿Sientes culpa cuando te va bien? ¿Tienes que justificar tus bendiciones? La escasez se cuela en forma de culpa o autosabotaje. La abundancia, en cambio, se abre, recibe, agradece y expande. Sin explicaciones.
Otro termómetro claro es tu capacidad de dar. No importa cuánto des, sino desde dónde lo haces. ¿Das desde el miedo de que si no das no serás querido? ¿O das desde un lugar pleno, sin expectativas, sin necesidad de control? La escasez da con tensión. La abundancia da con libertad.
Observa también cómo hablas. Las palabras que eliges son la vibración que sostienes. Frases como “la vida está difícil”, “el dinero no alcanza”, “las oportunidades son pocas”, “hay que luchar mucho” son mantras de escasez. Y mientras los repitas, estarás reafirmando ese estado vibracional, sin importar cuánto quieras cambiar. Cambiar tu lenguaje es una de las formas más directas de cambiar tu vibración.
Y por último, observa cómo te relacionas con el tiempo. La escasez vive en el pasado o en el futuro: lamentando lo que no fue o esperando que algo ocurra para recién poder estar bien. La abundancia vive en el ahora. Aunque el deseo exista, el presente no se posterga. El presente ya es suficiente. Y desde ahí, lo demás llega con más fluidez.
Vibrar en abundancia no significa negar tus emociones humanas. Puedes tener momentos de duda, de miedo o de incertidumbre. Pero si sabes volver a tu centro, si puedes reconocer que esos estados son pasajeros y no tu verdad más profunda, entonces ya estás eligiendo una frecuencia más elevada.
La abundancia es una práctica, una elección, un hábito emocional. No necesitas esperar a tenerlo todo para vibrar en ella. Al contrario: necesitas vibrar en ella para comenzar a atraerlo todo.
Empieza por agradecer lo que ya es. Observa la belleza que te rodea. Habla con poder. Camina con certeza. Piensa como alguien que ya lo logró. Respira como si todo estuviera resuelto. Y verás cómo tu campo energético comienza a atraer una realidad que refleje esa nueva versión de ti.
Porque el universo no responde a lo que dices que quieres. Responde a lo que realmente vibras. Y tu vibración más poderosa siempre nace desde la abundancia interior.
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