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¿Cómo utilizar la sanación energética para liberar emociones reprimidas que afectan tu bienestar?

  • Foto del escritor: Alan Beckdorf
    Alan Beckdorf
  • 7 may
  • 3 Min. de lectura

No todas las emociones que sentimos han sido procesadas. Algunas se quedaron atrapadas. Otras se reprimieron para “ser fuertes”, para “seguir adelante”, para encajar, para sobrevivir. Pero lo que no se siente, no desaparece. Se almacena. Se convierte en tensión. En ansiedad crónica. En enfermedades. En fatiga inexplicable. Por eso, cuando hablamos de sanación energética, no hablamos de algo místico. Hablamos de liberar cargas emocionales que el cuerpo ya no puede sostener… y que la mente muchas veces ya no puede explicar.

La energía emocional es real. Tiene peso. Tiene vibración. Y cuando no fluye, se convierte en un bloqueo que afecta no solo tu bienestar físico y mental, sino también tu capacidad de manifestar, de conectar, de expandirte.

Entonces, ¿cómo utilizar la sanación energética para liberar esas emociones que quedaron atrapadas dentro?

El primer paso es reconocer que están ahí. Deja de huir de lo que sientes. La tristeza, el enojo, la culpa, el miedo… no son enemigos. Son señales. Son mensajeros. Y si los escuchas con atención amorosa, te dirán exactamente qué necesitas liberar. Hazte preguntas con el corazón abierto: ¿Qué emoción he evitado sentir? ¿Qué historia me sigo contando para no soltar? ¿Dónde en mi cuerpo siento esa emoción sin resolver?

Una vez que las emociones salen a la luz, entra la energía. Y aquí, la respiración consciente es una de las herramientas más poderosas. Cuando respiras profundamente, lenta y rítmicamente, estás enviando señales de seguridad a tu sistema nervioso. Estás creando el espacio interno para que la emoción suba, se exprese y se libere. Puedes poner una mano en el pecho y otra en el vientre, y decir: “Está bien sentir esto. Estoy aquí para sostenerme.” No se trata de analizar, sino de permitir.

Otra práctica fundamental es el movimiento corporal. Las emociones se alojan en músculos, tejidos, articulaciones. Bailar, estirarte, sacudir el cuerpo, practicar yoga o simplemente moverte de forma intuitiva permite que esa energía emocional empiece a desbloquearse. Hay dolores que no necesitan palabras, solo movimiento para salir.

La meditación guiada de liberación emocional también es un canal muy efectivo. Imagina que llevas luz a las zonas oscuras de tu cuerpo. Que abrazas esas partes con compasión. Que permites que lo que dolió se exprese, sin juicios. La visualización consciente —sobre todo si va acompañada de sonidos o música de sanación— puede llevarte a desbloquear memorias emocionales guardadas durante años.

El llanto consciente también es una forma profunda de sanación energética. El llanto no es debilidad: es drenaje. Cuando te permites llorar de forma segura, estás liberando químicos emocionales reales del cuerpo. Estás cerrando ciclos que estaban abiertos. Estás limpiando tu campo vibracional de cargas que ya no necesitas. Deja que salga. No interrumpas la liberación con explicaciones mentales. Solo permite.

Además, puedes usar herramientas como el tapping (EFT), donde das pequeños golpecitos en puntos de acupresión mientras afirmas lo que estás dispuesto a soltar. Ejemplo: “Aunque todavía siento dolor por esto, me abro a soltarlo con amor.” Esta técnica armoniza tu sistema energético y libera bloqueos sin necesidad de entenderlos del todo.

El uso del sonido y las frecuencias también puede ayudarte a desbloquear emociones reprimidas. Escuchar cuencos, frecuencias solfeggio, o incluso repetir mantras como el “Ah”, “Om” o “Ram” puede aflojar nudos internos y permitir que la energía se mueva. A veces, lo que no pudiste decir con palabras puede salir en una vibración que atraviesa tus células.

Y finalmente, el elemento más transformador: la presencia amorosa. Nada libera más que dejar de resistir lo que está pidiendo ser sentido. Estar contigo. Sentarte en silencio. Decirte: “Esto también soy. Esto también merece ser sanado.” Esa aceptación profunda permite que la energía se ordene, que la emoción cumpla su ciclo, y que lo que antes era carga… se convierta en sabiduría.

Sanar no es borrar el pasado. Es liberar la energía que quedó atrapada en él. Y cuando lo haces, algo en ti se expande. Respiras diferente. Ves la vida con otros ojos. Y lo más importante: te reconectas con tu poder de crear desde un lugar limpio, consciente, libre.


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